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Durante cuatro días la capital española ha vuelto a congregar a miles de personas en el XI Salón del cómic de Madrid.
Tras dos primeros días tranquilos, como comentó Ramón F. Bachs entre otros, el fin de semana estuvo bastante animado destacando la presencia de un gran número de personas luciendo sus disfraces, la mayoría de temática manga y anime.
En lo referente al salón fue casi como encontrarnos con un viejo conocido y cumplir con el habitual choque de mano, que en este caso vendría a ser comprar la entrada y esperar la cola para entrar (aunque la prensa nos saltemos este paso)al interior del pabellón lugar en el que se encuentran los numerosos stands en los que se podían hacer las compras o coincidir con varios autores para que nos firmen mientras hablamos con ellos, o directamente en el escenario del fondo (donde se desarrolla también el karaoke) con los invitados de la organización, sin olvidarnos de los talleres para los más pequeños.
En la parte de arriba se podían visitar las exposiciones de originales de Howard Chaykin, Will Eisner (Spirit en concreto) o el patrio David Rubín, además de una sobre El Hijo del Santo, el enmascarado de plata quien fue el invitado de honor.
Sin duda la experiencia es un grado, y son muchos años a sus espaldas afianzándose como uno de los grandes eventos de España, aunque la ausencia de algunas editoriales y stands, la poca novedad en sus actividades y, quizá, la potenciación del fenómeno otaku casi como si de un ExpoManga se tratara hizo que la sensación de ser peor que otros años (o terriblemente igual y sin aportar nada nuevo) estuviera presente en muchos de los que por allí pasamos, tema que por cierto comentaré en breve en otro texto de carácter más personal.
¿Debéis ir? si, siempre es una experiencia y termina siendo divertido pero me temo que el Salón de Barcelona estará siempre a la cabeza.
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